jueves, 12 de septiembre de 2013

Piernas gordas.

señorita solitaria. 


Tengo poco más de un año sin novio. Tengo poco más de un año durante el cual me ha valido madres depilarme las piernas o no. Un poco más de un año en el que he dejado de contar calorías; en el que he dejado de decir "te amo". Tengo un poco más de un año que nadie me agarra la mano para caminar al menos una cuadra. Tengo poco más de un año diciendo "no, no tengo novio".

Y mientras más pasa el tiempo, más me preocupo. ¿Volveré a amar a alguien?, ¿Alguien me volverá a amar?.
Pues quién sabe, lo único que sí sé es que me la paso buscándolo.
A veces voy a lugares nada más a ver qué tipo de mercancía hay allá afuera, en el mercado de los solteros.
Me pongo shorts para enseñar mis piernas gordas a ver si alguien se les queda mirando y en una de esas sube la vista y ve mi cara, que casi siempre es de desesperación... Por eso creo que vuelven a mirarme las piernas, mi cara no es muy seductora que digamos.

A veces prendo cigarros entre una multitud solo para pedirle encendedor a un hombre, que dentro de todos, me guste.

A veces me pinto la boca esperando que alguien me la despinte a besos.
A veces doy mi número, a veces mi dirección y a veces me los llevo yo misma solo para sentirme querida durante un par de horas.

Tengo poco más de un año sin sentir cariñitos reales, de esos que emanan del corazón y no del deseo sexual.

Poco a poco me he dado cuenta que las mujeres somos muy diferentes a los hombres en cuanto al coqueteo y al sexo.
Mientras ellos creen que una cogida es solo una cogida, nosotras creemos que una cogida es sinónimo de "quiero ser tu novio". O al menos un "quiero volver a verte, pero no para cogerte".

Yo soy una enamoradiza. A mí me dan un abrazo y yo respondo "sí, acepto". A mí me dicen "eres guapa" y yo creo que ya quieren estar conmigo por el resto de la vida, pues nadie rechazaría semejante joya. Yo, poco a poco, soy quien se rompe el corazón.

Durante todo este tiempo he salido con al menos 8 chicos diferentes pero que tienen en común una misma cosa: No quieren nada conmigo. Nada más allá de unos besos y de pasar la noche sobre mi colchón.

"¿Unas chelas en mi casa?" y aceptan. Yo lo hago de una manera inocente, solo para no estar sola. No voy a mentir, invito a semejantes sementales solo porque no me quiero sentir sola.

Me ha tocado de todo; desde el que tiene poca experiencia sexual y termina dándome sueño; el que tiene problemas de erección (y al cual termino consolando); el que me enseñó que el tamaño si importa (tanto de manera negativa como positiva). Hasta el que termina dándome una cátedra sobre el tantra.

A todos les he puesto apodos, van desde el "tamaño Iphone" (y no me refiero al 5); hasta "Flácido Domingo".

Ha habido de todo, desde el que se trauma conmigo y yo me quiero deshacer de él, hasta el que me dice que me va a llamar para vernos, y hace que me depile las piernas para nada... Esa llamada nunca llega.

Ese, queridos lectores, es todo un tema para tesis. ¿Por qué fregados dicen que te llamarán cuando no lo hacen?. Todo sería más fácil si no dijeran nada.
Quizá lo dicen para evitar verse patanes, pero al final de cuentas terminan actuando como tal. Personalmente preferiría que no me dijeran nada, y entonces odiarlos tan pronto como se ponen la ropa y salen por la puerta; en lugar de que me hagan perder mi tiempo arreglándome, gastando outfits que podría aprovechar para otra ocasión, utilizando un labial que no sale nada barato y poniéndome tanto rimel como el que mis pestañas puedan sostener.
Lo único que me producen esos hombres es flojera a la hora en la que me doy cuenta que no llamarán y que tengo que desmaquillarme para irme, finalmente, a la cama y sola.

Entonces me dejo crecer el vello en mis piernas gordas, dejo de depilarme el área del bikini y dejo que mis ojos luzcan como son naturalmente, solo para que me caiga la ley de Murphy y termine, ese día, conociendo a alguien que terminará en mi cama y yo termino encomendándome a dios esperando que no sé de cuenta que hace semanas que no me he depilado.

Aprendí que los que se portan más lindo jamás llamarán. Aprendí que los que te textean días después y no reciben una respuesta de parte tuya son los que intentarán volver a conquistarte. Aprendí que una caguama en soledad puede producir cierto grado de ebriedad y que esa ebriedad puede traducirse en llamadas que al día siguiente resultan bochornosas.
Aprendí que una cajetilla de cigarros no dura tanto como la espera de ser contactada por alguien.
Caguama solitaria. 


También aprendí cosas sobre mí. Mientras más me halaguen más me "enamoro"... Aprendí que eso sucede porque quiero, a toda costa, que alguien me quiera, que a alguien le importe.

Tengo a mis amigos, de los mejores del mundo, sin embargo ese tipo de amor no es suficiente. Tengo 5 perros con los que duermo todas las noches, pero no son cuerpos suficientes. Empecé con 3 perros y he ido adoptando para llenar huecos que nunca se llenan.

Algunos de mis amigos, los solteros, envidian mi vida sexual. Yo envidio la falta de ella. Me encantaría que nada me tiente. Me encantaría no escuchar palabras que yo termino transformando en "me encantas y quiero dormir aquí todas las noches de mi vida".

Estoy loca. La soledad vuelve loco a uno.

Para evitar pensar en hombres he empezado a hacer mucho ejercicio. Estoy a punto de hacerme vigoréxica. Lo único que he logrado es olvidarme de ellos por un par de horas y obtener un par de piernas gordas que hacen que los skinny jeans parezcan leggins.

Estoy cansada de los "yo te llamo"; de los "eres muy linda"; de los "he estado muy ocupado"; de los status en facebook que hablan sobre otras chicas y no sobre mí... Si pasamos la noche juntos imbécil, por qué escribes sobre otra?. Estoy cansada de borrar chicos de mi lista de amigos en facebook. Estoy cansada de malinterpretar palabras y de textear esperando respuesta.
Estoy cansada de ellos, pero no he podido cansarme de la necesidad de tener a alguno.

Cabe destacar que no se me acerca ninguno de mi edad, todos están entre los 8 y 5 años menores que yo. Termino llenando el cuaderno anecdotario de su adolescencia y yo, por alguna razón, no los siento dignos de una anécdota mía, porque termino odiándolos solo por la razón de ser quienes son: jóvenes que valoran su libertad más que una estable compañía.

Los de mi edad no me gustan: o están casados, o son aburridos, o tienen novias formales o bien se visten tan aseñorados que hacen que yo me vea como una bebé a su lado. Estoy frita.

Los jóvenes no quieren nada conmigo; los adultos... Yo no quiero nada con ellos.

Desde hace poco más de un año mi corazón ha permanecido roto. No extraño a mi exnovio, extraño la compañía... Ir al súper con alguien, tomar una cerveza con alguien que te mira con ganas; extraño que alguien me llame cotidianamente, extraño tener el pecho de alguien para recostarme cuando estoy viendo la tele. Extraño no ser una extraña para alguien, extraño cenar en compañía de amor; extraño que alguien despierte a mi lado no solo una noche, sino las consecutivas. Extraño decir "tengo novio", extraño depilarme las piernas y sentirlas tersas... Extraño que alguien me diga lo que nunca nadie dice: "te amo" y responder "yo también".


Evidentemente todo eso que extraño no lo voy a encontrar en morritos de 23 años, pero al menos me dan por un instante lo que deseo tener... compañía, una razón para no picarme la nariz frente a alguien.

Me enamoro y valgo verga. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario