miércoles, 8 de febrero de 2012

Sentada esperando, sentada y pintando.

Soy un canvas virgen...

Mario, el dueño del café, estaba preparando sus famosos "espresso con panna" que regalaba a los clientes del café. Yo, a 50 centímetros de distancia, lavaba los trastes que la gente ensuciaba mientras sumergían sus labios en cafeína durante el receso de una charla.
-"Brava ragazza"- me decía - "why don't you play the cassette that I brought?.
El sistema de sonido del café era tan old school como su dueño. Un estéreo con múltiples entradas para cassette y un lector de cd's que casi no funcionaba.

Me sequé las manos y me dirigí hacia donde él guardaba su chamarra y demás artículos diversos, que mantenía juntos mediante ligas elásticas.
Ahí, cubierto por papeles, estaba un cassette de plástico negro, de esos que ya no existen, que ya no se hacen pero que todos aquellos que nacimos durante los 80 tocamos alguna vez.

Quitando el resto de humedad contra mi mugrosísimo mandil azul marino, preparé mis dedos para recoger la cinta y ponerla a tocar.
En la etiqueta se leía: "Rolling Stones" con una letra digna de tercer grado de primaria.
Un sonido nostálgico se colaba por las bocinas. Era como si la cinta quisiera hablar, dejando en segundo grado la voz de Mick Jagger.
"I'm just sitting on a fence", fue lo único que entendí y fue gracias a que Mario comenzó a tararear la canción con su hermoso acento italiano que recordaba la época de la mafía, algo con lo que él tuvo mucho que ver en el Vancouver de los años 70.
Comencé a pintarme...

“All of my friends at school grew up and settled down
And the mortgaged up their lives
One thing not said too much,
But I think it’s true
They just married cause there’s nothing else to do”

Y así, mediante una canción, Mario y yo tuvimos la platica más profunda que pudimos compartir durante los dos años que trabajé para él.
Mario tenía casi 60 años y se había casado más de 3 veces. Había procreado muchos hijos, pero casi nunca los traía al café y tuve que enterarme de su condición paterna gracias a terceras personas, él nunca hablaba de ellos.
Pensaba que Roma, de dónde el provenía, era horrible y que Canadá le había brindado el cobijo que la Italia se había negado a darle.
En aquella ocasión me dijo:"Bambina, if you want I can explain those lyrics to you".Asentí con la cabeza, sólo para ganarme unos momentos de descanso y no lavar un plato o tasa más.
"Come on, let's go for a smoke"Y salimos por la parte trasera del lugar.
Para Mario era más importante salir a fumar que atender a cualquier posible cliente que se acercara a la barra durante nuestra ausencia.
Siempre admiré como anteponía sus deseos al deber. Contrataba gente por las mañanas (yo) para abrir su cafetería. Yo sabía que si lo quería localizar para algo, tendría que llamarle después de las 12 del medio día, pues la noche anterior había ido (sin falta) al bar del four seasons a tomarse quién sabe cuantos gin and tonics, platicando con Pedro, el mexicano que tocaba el piano en el lugar.
Usé colores, usé pincel...


Ya, afuera del lugar y ambos fumando cigarros light, me dijo:


-"Bambina, you know what? I never followed any rule, and sometimes that atittude fucked me up, but you know something? I am sure that I'm happier than most of the people around my age. Why? because I sit on a fence"


Aunque la excusa de Mario era salir para conversar, él siempre monopolizaba la plática. No había entrada para uno, incluso después de haber dejado una pregunta abierta que parecía dirigida a su interlocutor (en este caso, a mí), él respondía solo, muy astuto de su parte porque de esta manera uno nunca se topa con la respuesta que no se desea escuchar.


Aquella tarde, después de haberme brindado un monólogo acerca de cómo lo mejor no hacer todo aquello que los demás no hacen, volví a mis torres de tasas por lavar.


Mario, como todas las tardes, salió a mirar a las ragazzas que se paseaban frente al local.
Yo, me quedé pensando, mientras tallaba las tasas tratando de sacarle los labiales indelebles de los bordes, en todo aquello que Mario había dicho... Después de todo, mi "capo" tenía muchas cosas que enseñarme.


Antes de firmar mi salida me dijo:
-"Ragazza, I want to print the lyrics for you"
Y así, me hizo alargar mi hora de salida por treinta minutos más, todo con tal de encontrar la canción "Sitting on a fence" de los Rolling Stones, imprimirla y llevármela a casa.


"Grazie Mario, ci vediamo domani" Le recitaba al finalizar, llevándome conmigo un puñado de monedas por propina.
Separaba dos dólares e iba a la tienda de la esquina,
"Hi Ali, how are you?" Y Ali me gritaba la respuesta desde la caja registradora.


Iba al fondo, tomaba una lata de Diet coke y regresaba al counter sólo para dejarle los dos dólares y una sonrisa, la primera sincera del día.


-"How is my little mexican friend? working hard right?"
-"No Ali, I'm finally off for today, but Mario left me some homework, see? I have to read this. See you tomorrow"


Salí del lugar y caminé la cuadra y media hacia mi casa.
usé también mis dedos...


Faltaban un par de horas para que mi novio llegara al hogar. Entonces encendía un cigarro, o dos, y lo esperaba en las escaleras del lugar, a veces platicando con Burcu, la turca dueña de la tienda vintage que después sería también mi jefa.


Abrí la hoja que contenía impresas las palabras que alguna vez Mick Jagger cantó y que ahora Mario me dejaba para reflexionar:
quedé como una idiota...


"Since I was young I've been very hard to pleased,
And I don't know wrong from right
But there's one thing i could never understand
some of the sick things that a girl does to a man, so


I'm just sitting on a fence
You can say i got no sence
trying to make up my mind
really is too horrifying
So I'm sitting on a fence"


Y de nuevo venía la parte que Mario me cantó,
la parte que dice algo así como: mis amigos han crecido e hipotecaron su vida... La gente se casa porque no hay nada más que hacer...

usé las palmas de mis manos como paleta...

En aquellos tiempos lejanos de un frío invernal en plena primavera y de cientos de cuentas por pagar, la canción tenía sentido. Pero Mario jamás se imaginó, que a año y medio de distancia, la canción finalmente encontraría el camino para adentrarse en mi vida.


Estoy a punto de cumplir 30 años.
Soy una mujer soltera, sin empleo ordinario, no he pisado una oficina en mi vida, porque nunca creía que ahí sería donde yo crecería.
No me malinterpreten, pero hay gente que se siente cómoda viviendo en una maceta. Sabiendo que de cuando en cuando alguien llegará a regarla y que adornan el pasillo de la vida de alguien.
Yo, por el contrario, prefiero ser una planta que crece en donde sea, pasto, tierra, concreto (como esas plantas que se aferran a existir en plena avenida). No sé, yo nunca podría crecer en una maceta, podría sobrevivir, pero crecer? no lo creo.

Pero, hey!, hay plantas hermosísimas que sól podrían darse dentro de los cuidados, tan delicadas que por lo mismo son bellas, como las orquídeas.
yo soy una simple plaga, que necesita estar donde no haya bardas, fronteras o bordes de barro.
Seguí con el pincel...

Tengo 29 años y 10 meses. No tengo planeado casarme; no tengo casa propia y el auto que tengo fue un regalo.
Mi papá me auspicia los lápiz de labios y el perfume que me pongo para salir, aunque sea a barrer la banqueta.

Me veo en el espejo y la piel está por rendirse. Tengo los ojos enmarcados por abismos de risas congeladas y el otro día me descubrí las canas, justo cuando dejé crecer la raíz de mi pelo pintado por 3 meses.
La experiencia del primer beso ha quedado muy atrás, traspapelada por la experiencia de mi primer divorcio y la última resaca.

Soy Licenciada en relaciones internacionales y lo único que he hecho es utilizar mi pasaporte más de lo que he utilizado mi credencial para votar.

Los cigarros que me fumo ya dejan secuelas en mis pulmones y en las flemas de la mañana que salen expulsadas de mi cuerpo antes de que éste salga de la cama.

He descubierto que la música que me gusta ya puede ser escuchada en las estaciones de radio dedicadas al recuerdo; y que las palabras que uso ya no están "en onda".

Que mi moral ya no es moderna, pues mi hermanita de 18 años se ha dedicado, sin querer, a mostrar lo anticuado de mis ideas.

Ya me preocupa salir muy tarde manejando sola y cuento los envases de cerveza que me tomo lejos de casa.

Volví a casa de mis padres, "a seguir mamando chichi", como diría un amigo; y para mí la vida desde hace un año, ha sido un eterno puente vacacional.

Con tanto tiempo libre, lo único que hago es sentarme en aquella fence en la que se sentó Mario, en la que se sentó Mick Jagger. Miro a todos mis contemporáneos dejar sus jeans por unos dockers, dejar su instinto por aquello que es correcto, dejar la soltería por una compañía firmada, si no es ante dios, sí ante los humanos.

Miro cómo las mujeres de mi edad se preocupan por ser gustadas, porque "no se les vaya el tren". Miro, desde mi asiento, cómo la gente se levanta todas las mañanas para ir a un lugar que no les gusta, todo por pagar sus deudas o sus gustos, que vienen también desde los anuncios que si bien ya no da la televisión en muchos de sus casos, si dan los otros "amigos" que traen el último device.

Miro como soy de las últimas en casarse, como mi aparato reproductor pronto entrará en un paro que ni Dios podrá sacarlo, aún y si le promete aumentarle el sueldo. Veo como son poquísimos los que se dedican a hacer lo que realmente les gusta y como cada día, afloran aquellos en los que el argumento del salario, funciona perfectamente como coartada a sus juventudes ya casi olvidadas.

From my fence, observo como muchos comienzan a vivir a partir de los viernes a las 7 de la noche, y como el domingo es poco disfrutable pues recuerda que el Lunes está ahí, a la vuelta de la luna.

Sin embargo, desde aquí, desde mi zona de confort que no es tan confortable, miro cómo los otros tienen vidas armadas y los envidio.

A veces quisiera odiar mi despertador, quisiera odiar tener que hacer algo que no quiero (a corto plazo). A veces quisiera que mi hijo/a, no me dejara pensar en mí. Quisiera tener pleitos sobre el pago de tarjetas de crédito con mi esposo. Quisiera sentirme forzada por hacer algo que no quiero con tal de pagar la hipoteca de la casa.
Quisiera tener maceta.
Por eso hay que saber cuándo parar...

Así, como estoy, no sé qué chingados hacer con mi vida. No sé a qué entregarme... Quisiera no tener tanto tiempo, no pensar tanto en mí, en mis deseos. Quisiera no saber "escuchar a mi corazón", porque este hijodesuchingadamadre, tiene tantas cosas qué decir!!!

A veces quisiera ser como los que veo desde mi fence, desde mi asiento.
Contemplar duele, sobre todo cuando uno se pregunta ¿Por qué no soy así?
Porque no puedo give up tan fácilmente ante todo, ante lo que me exige una sociedad, ante lo que se supone que un humano debía hacer a esta edad.

Cuando era niña, mi prima y yo pensábamos que a los 18 estaríamos viviendo solas y que a los 30 todo lo tendríamos resuelto.
Si bien es cierto que la vida ha cambiado mucho, desde un punto de vista económico, sobretodo en México, y que es más difícil alcanzar lo que nuestros padres tenían a nuestra edad; de cualquier manera quisiera tener la vida que otros tienen.
Bueno, no quisiera tener la vida, pero sí la visión de vida.
Quisiera no preguntarme tanto, porque es bien difícil encontrar respuestas.

Quisiera que el hecho de ejercer mi carrera no representara lo que representa para mí.
Quisiera dejar de pensar en qué me hace feliz y sólo hacer lo que pueda hacer.
Quisiera una vida simple, pero no tan simple como solo sentarse sobre la cerca.
Porque para Mick Jagger resultó muy sencillo, con sus millones, quién no puede solo sentarse y ser feliz de cantar y componer canciones si es que eso te hace feliz.

A mi me encanta escribir, es lo que mejor sé hacer. Es de las pocas cosas que me hacen feliz y que sé hacer. Porque la ropa y vestir gente me hace feliz, pero no sé coser un pinche calcetín.

Cuando Mario me dijo que así era cómo debía vivirse la vida, no me dijo qué chingados se hace cuando ello saca tantas preguntas.
Y ahora, un día de febrero, estoy aquí, escuchando la misma canción que Mario me puso desde un cassette negro, escribiendo sobre cómo no puedo ser feliz aún porque no sé qué hacer para mantenerme$ feliz sin comprometer mis ideales.

Amigo lector, dígame cómo le hizo. Cómo le fue posible dejar de sentarse en la cerca, dejar la valla  y caminar, frente a todos los que seguimos sentados en ella.

Odiaba lavar los platos, las tasas, lavar el baño y barrer los pisos de la cafetería. Odiaba tener que levantarme a las 6 y media para poder abrir a las 8 al público. Odiaba escuchar la música que Mario quería escuchar y tener que soportar tus monólogos cuando era la rush hour. Pero hoy, querido lector, querida Tani, hoy, que escribo a las 3 y media de la mañana, quisiera tener un pretexto de esos para irme a dormir, sin preguntas, y sólo descansar porque mañana va a estar cabrón.