lunes, 30 de septiembre de 2013

Las mentiras son del diablo y de idiotas.

Miéntele a tu jefa. 


Hace poco un hombre de mediana edad me mintió. Dijo que iba a ir a dormir cuando en realidad se fue de peda a otro lado.
No era cualquier hombre (niño), es el hombre con el que tengo amoríos sin compromiso.
Al descubrir su mentira mi estómago se revolvió, y no solo por la cruda que me cargaba, no solo por la michelada que me estaba tomando, no solo por el montón de papas y helado de vainilla que me había tragado, sino porque el descubrir una mentira da náuseas... "Me vieron la cara"... Nadie quiere que nos vean la cara, ni la gente bonita, ni la gente fea.

En este caso no era necesario mentir, sobretodo porque el tipo de relación que tenemos no es de ningún tipo de compromiso, así que no hay que quedar bien, así que no hay por qué evitar decir la verdad a una. No hubiera pasado nada...

Según los psicólogos y psicoanalístas modernos, decimos mentiras por dos razones, mayoritariamente, una es por querer agrandarnos, darnos más virtudes o hacernos más interesantes.
La otra es por evitar hacer sentir mal a alguien.

Yo creo que el muchachito que me mintió lo hizo por la segunda opción. Eso aún me da más náusea.
Soy una mujer de 31 años que puede cuidarse sola, que puede afrontar los dolores de la verdad, una mujer que no necesita que me digan "me voy a dormir" cuando en realidad lo que quieren es "ir a empedarse" con la gente de su edad.
Digo, no soy su madre, no tiene por qué mentirme. Incluso si él siente que me está haciendo un favor para que yo no me agüite, me da más coraje porque siento que él me vio como una niña indefensa, sensible, "pobre de ella, le haré falta"... Relax niño, no me haces falta, lo único que me hace falta es darte una cachetada a ver si así aprendes que soy lo suficientemente fuerte para no llorar por tu partida.

Los hombres y la soberbia van de la mano. Mucho de ellos no entienden que el hecho de que a alguna mujer les gusten no significa que no podremos vivir sin ellos, no significa que los necesitas 24/7, no significa que si ellos no están el mundo se nos viene abajo, no significa que sin ellos no podremos divertirnos... Es necesario que los hombres le bajen a su rock and roll y entiendan que si bien una quiere besarlos no necesariamente queremos ponerles las esposas.

Lo que realmente duele de una mentira no es el hecho de esconder la verdad, sino el hecho de creer que una no puede manejar la verdad.

Con las mentiras el ego se ve lastimado, "Crees que no soy lo suficientemente fuerte o inteligente para decir: ok vete con los tuyos?"... Muchachos tontos que nos creen tontas.

Es hora de ponerles un hasta aquí,
No más mentiras, y no porque sean del diablo, sino porque las mentiras nos ofenden, nos hacen sentir que somos unas niñas que no pueden soportar la verdad.



Es mi blog y pongo las fotos que yo quiera. 



lunes, 23 de septiembre de 2013

Besa a tantos hombres como puedas.



Una de los placeres humanos es besar.
Ese intercambio de saliva que se produce entre dos bocas es maravilloso.

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua (lengua que se usa para besar) Describe al beso como  "el hecho de tocar con los labios, contrayéndolos y separándolos, una parte del cuerpo de una persona"

Sin embargo, también lo describe como "Choque, golpe o tropiezo". No miento, búsquenlo ustedes mismos.

Ese es el significado que más me gustó, ¿por qué?, pues porque muchas veces uno besa a un idiota, eso claramente es un tropiezo. "Hice una pendejada, me tropecé con los labios de alguien"

Gracias a mi soltería he tenido la fortuna de besar a múltiples caballeros y "cerdos" en los últimos meses. Debido al gran número de bocas que he tenido la dicha o desdicha de besar, he decidido hacer todo un estudio basado en la investigación experimental y exploratorio de las cavidades bucales.

He aquí el resultado de mi exhaustivo uso labial:

Existen distintos tipos de beso, los cuales me atreveré a enumerar y describir para que ustedes, mis queridos lectores, sean llevados a experiencias pasadas al besar.

1.- El beso aguado: es aquel que te da una persona con poca enjundia. Tiene los labios tan aguados que una no sabe si seguir besando o permitir que la experiencia gelatinosa siga su curso. Una va con toda la intención de dar un beso apretado, apasionado, y se topa con que el sujeto en cuestión tiene fuerza nula en el reborde bucal.

2.- El beso laringe: También conocido como el beso "deja te ayudo a vomitar". En este tipo de besos el protagónico se lo lleva la lengua. El sujeto en cuestión trata de limpiarte las muelas del juicio con la lengua, me imagino que sus papilas gustativas de inmediato descubren qué es lo que uno comió. En ocasiones puede llegarse a la campanilla y es entonces cuando el vómito puede llegar a suceder. Así mismo, el uso excesivo de la lengua impide que una pueda contestar el beso, pues la lengua abarca todas y cada una de las posibilidades que una tiene para actuar frente al intercambio de saliva.

3.- El beso "tengo hambre": En esta ocasión los dientes son parte fundamental del contacto salival. Si el sujeto en cuestión cuenta con maxilar fuerte y colmillos de drácula, el beso puede llegar a ser bastante doloroso. Si una intenta separarse de esa tortura bucal, la contraparte aprieta sus dientes contra nuestros labios, para impedir el escape. Se siente rico una mordidita sensual y ocasional, pero no que el beso se centre en el hambriento deseo del hombre.

4.- El Beso Endodocia: Resulta un poco bochornoso terminar chocando los dientes propios con los de la contraparte. No produce ningún placer ni dolor, simplemente un sentimiento de vergüenza y alguna que otra risita. Este contacto entre dentículos se puede presentar en cualquiera de los besos anteriores. Puede incluso presentarse en un buen beso.

5.- El Beso Pinocho: La característica principal de este beso radica no solo en el contacto entre labios sino que la acción de acercar las bocas produce un choque entre las narices de los implicados. Así como el beso endodoncia, este puede aparecer en cualquiera de los besos anteriores. Casi siempre una de las partes cuenta con una nariz de gran tamaño, o bien, no se es muy hábil para besar y uno termina restregando la cara contra la contraparte, y así la nariz, siendo la parte de la cara que más resalta, llega a intervenir en el intercambio salival. No es siempre una experiencia dañina, simplemente es graciosa.

6.- El Beso "¿Tienes sed? Deja te lleno la boca de saliva": Si bien el beso se trata de un intercambio de fluídos, esto no significa que se deba inundar el hocico de alguno de los implicados. El toparse con un interlocutor al que le guste babear resulta una experiencia negativa y puede llevar a retirarse para siempre de esa boca. Seguramente la contraparte cree firmemente que tenemos los labios secos y que por ello deben ser humectados con su espumarajo. Aléjese y séquese esa boca, no le vayan a transmitir la enfermedad del beso.

7.- El Beso Espejo: Es uno de los favoritos dentro de esta clasificación. Resulta que las dos partes besan igual. Uno termina topándose con una lámina bucal que proyecta justamente nuestras habilidades o defectos al besar. Si uno besa bien, ya chingó; si uno besa mal, ya se chingó. Esta experiencia nos sirve para mejorar nuestra técnica al besar o bien para dejar de hacer lo que realmente no se siente bien al recibir.

Pues bien, existen muchos tipos de besos más, sin embargo estos son con los que me he topado últimamente. Estudios recientes afirman que lo mejor para un soltero, y en este caso soltera, es besar tantas bocas como pueda. Ejerciten esos labios y recuerden chicas, Kiss everyman while you still can, like a Lady.




jueves, 12 de septiembre de 2013

Piernas gordas.

señorita solitaria. 


Tengo poco más de un año sin novio. Tengo poco más de un año durante el cual me ha valido madres depilarme las piernas o no. Un poco más de un año en el que he dejado de contar calorías; en el que he dejado de decir "te amo". Tengo un poco más de un año que nadie me agarra la mano para caminar al menos una cuadra. Tengo poco más de un año diciendo "no, no tengo novio".

Y mientras más pasa el tiempo, más me preocupo. ¿Volveré a amar a alguien?, ¿Alguien me volverá a amar?.
Pues quién sabe, lo único que sí sé es que me la paso buscándolo.
A veces voy a lugares nada más a ver qué tipo de mercancía hay allá afuera, en el mercado de los solteros.
Me pongo shorts para enseñar mis piernas gordas a ver si alguien se les queda mirando y en una de esas sube la vista y ve mi cara, que casi siempre es de desesperación... Por eso creo que vuelven a mirarme las piernas, mi cara no es muy seductora que digamos.

A veces prendo cigarros entre una multitud solo para pedirle encendedor a un hombre, que dentro de todos, me guste.

A veces me pinto la boca esperando que alguien me la despinte a besos.
A veces doy mi número, a veces mi dirección y a veces me los llevo yo misma solo para sentirme querida durante un par de horas.

Tengo poco más de un año sin sentir cariñitos reales, de esos que emanan del corazón y no del deseo sexual.

Poco a poco me he dado cuenta que las mujeres somos muy diferentes a los hombres en cuanto al coqueteo y al sexo.
Mientras ellos creen que una cogida es solo una cogida, nosotras creemos que una cogida es sinónimo de "quiero ser tu novio". O al menos un "quiero volver a verte, pero no para cogerte".

Yo soy una enamoradiza. A mí me dan un abrazo y yo respondo "sí, acepto". A mí me dicen "eres guapa" y yo creo que ya quieren estar conmigo por el resto de la vida, pues nadie rechazaría semejante joya. Yo, poco a poco, soy quien se rompe el corazón.

Durante todo este tiempo he salido con al menos 8 chicos diferentes pero que tienen en común una misma cosa: No quieren nada conmigo. Nada más allá de unos besos y de pasar la noche sobre mi colchón.

"¿Unas chelas en mi casa?" y aceptan. Yo lo hago de una manera inocente, solo para no estar sola. No voy a mentir, invito a semejantes sementales solo porque no me quiero sentir sola.

Me ha tocado de todo; desde el que tiene poca experiencia sexual y termina dándome sueño; el que tiene problemas de erección (y al cual termino consolando); el que me enseñó que el tamaño si importa (tanto de manera negativa como positiva). Hasta el que termina dándome una cátedra sobre el tantra.

A todos les he puesto apodos, van desde el "tamaño Iphone" (y no me refiero al 5); hasta "Flácido Domingo".

Ha habido de todo, desde el que se trauma conmigo y yo me quiero deshacer de él, hasta el que me dice que me va a llamar para vernos, y hace que me depile las piernas para nada... Esa llamada nunca llega.

Ese, queridos lectores, es todo un tema para tesis. ¿Por qué fregados dicen que te llamarán cuando no lo hacen?. Todo sería más fácil si no dijeran nada.
Quizá lo dicen para evitar verse patanes, pero al final de cuentas terminan actuando como tal. Personalmente preferiría que no me dijeran nada, y entonces odiarlos tan pronto como se ponen la ropa y salen por la puerta; en lugar de que me hagan perder mi tiempo arreglándome, gastando outfits que podría aprovechar para otra ocasión, utilizando un labial que no sale nada barato y poniéndome tanto rimel como el que mis pestañas puedan sostener.
Lo único que me producen esos hombres es flojera a la hora en la que me doy cuenta que no llamarán y que tengo que desmaquillarme para irme, finalmente, a la cama y sola.

Entonces me dejo crecer el vello en mis piernas gordas, dejo de depilarme el área del bikini y dejo que mis ojos luzcan como son naturalmente, solo para que me caiga la ley de Murphy y termine, ese día, conociendo a alguien que terminará en mi cama y yo termino encomendándome a dios esperando que no sé de cuenta que hace semanas que no me he depilado.

Aprendí que los que se portan más lindo jamás llamarán. Aprendí que los que te textean días después y no reciben una respuesta de parte tuya son los que intentarán volver a conquistarte. Aprendí que una caguama en soledad puede producir cierto grado de ebriedad y que esa ebriedad puede traducirse en llamadas que al día siguiente resultan bochornosas.
Aprendí que una cajetilla de cigarros no dura tanto como la espera de ser contactada por alguien.
Caguama solitaria. 


También aprendí cosas sobre mí. Mientras más me halaguen más me "enamoro"... Aprendí que eso sucede porque quiero, a toda costa, que alguien me quiera, que a alguien le importe.

Tengo a mis amigos, de los mejores del mundo, sin embargo ese tipo de amor no es suficiente. Tengo 5 perros con los que duermo todas las noches, pero no son cuerpos suficientes. Empecé con 3 perros y he ido adoptando para llenar huecos que nunca se llenan.

Algunos de mis amigos, los solteros, envidian mi vida sexual. Yo envidio la falta de ella. Me encantaría que nada me tiente. Me encantaría no escuchar palabras que yo termino transformando en "me encantas y quiero dormir aquí todas las noches de mi vida".

Estoy loca. La soledad vuelve loco a uno.

Para evitar pensar en hombres he empezado a hacer mucho ejercicio. Estoy a punto de hacerme vigoréxica. Lo único que he logrado es olvidarme de ellos por un par de horas y obtener un par de piernas gordas que hacen que los skinny jeans parezcan leggins.

Estoy cansada de los "yo te llamo"; de los "eres muy linda"; de los "he estado muy ocupado"; de los status en facebook que hablan sobre otras chicas y no sobre mí... Si pasamos la noche juntos imbécil, por qué escribes sobre otra?. Estoy cansada de borrar chicos de mi lista de amigos en facebook. Estoy cansada de malinterpretar palabras y de textear esperando respuesta.
Estoy cansada de ellos, pero no he podido cansarme de la necesidad de tener a alguno.

Cabe destacar que no se me acerca ninguno de mi edad, todos están entre los 8 y 5 años menores que yo. Termino llenando el cuaderno anecdotario de su adolescencia y yo, por alguna razón, no los siento dignos de una anécdota mía, porque termino odiándolos solo por la razón de ser quienes son: jóvenes que valoran su libertad más que una estable compañía.

Los de mi edad no me gustan: o están casados, o son aburridos, o tienen novias formales o bien se visten tan aseñorados que hacen que yo me vea como una bebé a su lado. Estoy frita.

Los jóvenes no quieren nada conmigo; los adultos... Yo no quiero nada con ellos.

Desde hace poco más de un año mi corazón ha permanecido roto. No extraño a mi exnovio, extraño la compañía... Ir al súper con alguien, tomar una cerveza con alguien que te mira con ganas; extraño que alguien me llame cotidianamente, extraño tener el pecho de alguien para recostarme cuando estoy viendo la tele. Extraño no ser una extraña para alguien, extraño cenar en compañía de amor; extraño que alguien despierte a mi lado no solo una noche, sino las consecutivas. Extraño decir "tengo novio", extraño depilarme las piernas y sentirlas tersas... Extraño que alguien me diga lo que nunca nadie dice: "te amo" y responder "yo también".


Evidentemente todo eso que extraño no lo voy a encontrar en morritos de 23 años, pero al menos me dan por un instante lo que deseo tener... compañía, una razón para no picarme la nariz frente a alguien.

Me enamoro y valgo verga. 

sábado, 24 de noviembre de 2012

40 días y 40 noches, sin que me tiente el diablo del Hombre.

Eran las 11:23 pm de la noche de ayer. Dos horas antes me había quitado los tacones, sacado la falda y puesto la pijama; incluso me desmaquillé los ojos (algo que no hago nunca) y me acosté en mi cama con 3 de mis 4 perros. Estaba dispuesta a ver la película "He is not that into you", solo porque así me siento y porque tenía ganas de echarle más leña a la fogata que crea una mujer (estopa) y el hombre (fuego... llega el diablo y sopla).

La mano invisible del mercado no me dejó ver gratis el largometraje que se anunciaba en Cuevana. Con todo y perros, pantuflas y el pelo enmarañado (de tres días sin lavarlo, pues recién lo había pintado), caminé una cuadra al noreste, a la esquina del Blockbuster.

-"Me aparece el título, pero no la tenemos".- Me dijo amablemente una muchachita de no más de 19 años. Me quedé pensando en si a ella también le habrán roto ya el corazón.

Recorrí toda la tienda, no encontraba nada. Entonces, dentro de la pedante sección de cine de arte, apareció la portada de una dama en pijama, justo como yo, con una playerita rosa en la que se leía: "Love Sucks". -"Me la llevo!"- pensé para mí y con todo y deuda pagada me la llevé.

No voy a platicar de qué se trata la película porque no viene al caso, lo que importa es que cuando terminé de verla eran las 23:23 de la noche, y así me llegó una de las ideas más retadoras que he tenido: Hacer una cuarentena, una cuarentena de hombres, de amor, convertirme al celibato.
Entonces tomé un trapo, lo humedecí y borré todo aquello que había escrito en mi puerta-pizarrón, hace ya cuatro meses: "I don´t wanna cry anymore; I don´t want to remember; Please, leave my heart alone"... Todas esas frases se esfumaron con el rocío de un paño mojado.

Tomé un gis blanco y dibujé un calendario: 40 días de celibato y no solo sexual, sino mental: Durante 40 días no voy a salir con un hombre, del que sepa tenga intenciones amorosas conmigo; no voy a ligar con nadie en ningún lugar; no voy a besar a nadie; no me voy a dejar apapachar por nadie; no voy a dejar que las manos de un hombre acaricien las mías; no me permitiré salir invitada con los gastos pagados a cenar, comer o incluso desayunar, aunque me muera de hambre. No voy a dejar que un hombre me seduzca y mucho menos intentaré seducir a alguno. Voy a limpiarme, voy a dejar un abismo en mi corazón, ya no voy a intentar llenarlo, porque con estas prisas por amar y sentirme amada, lleno los huecos hasta con mierda.

Es necesario hacer un descanso. Es necesario dejar mi mente y mi corazón en claro. También es necesario dormir sola, no necesito a un hombre, nunca lo he necesitado, más que ahora para mantener mi grado de locura. Por eso hoy, bueno, ayer a las 23:23 pm, decidí que no será sino hasta el 1 de Enero del año 2013 que quizá, vuelva a dejarme llevar... Por el momento, necesito anclarme a la única persona que no es mierda y que me puede amar sin cambiar de opinión mañana: Yo.

jueves, 7 de junio de 2012

The bad in each other...

Después de la estética.
Sentada frente a un espejo sin marco, Aracely separaba uno a uno mis cabellos.
Su raíz, negra de nacimiento, estaba a punto de ser matizada. "Que nuestra verdad no alcance a los ojos de los extraños" Me dije con la mirada, pidiendo a "chely" acabar con mi castaña revelación.

Ante el reflejo de lo real, no sólo se asomaba mi cabello café y opaco, también algo de canas, invisibles para la audiencia, a quien enfermamente siempre trato de complacer. También la verdadera razón de un llanto bien escondido quería saltarse la reja de unos párpados bien apretados.

-"¿Qué te pasa?"
-"¿Qué te importa?", habría dicho si no se tratara de alguien a quien le debo el favor de hacerme ver fabulosa cuando más hundida me siento.

-"Varias cosas, pero no hablemos de eso aquí, algún día, con café en mano, platicamos"... Sabía a bien, al concertar esa cita, que ella nunca llegaría, que la verdad se mantendría escondida detrás de mis labios, ahí adentro de mi boca, donde los dientes hacen de excelentes guardias. Una mordida en la lengua no es cosa menor.

El cepillo se iba llenando de cabellos sueltos arrancando pensamientos a su paso, sacándolos por los poros de un cuero capilar bastante reseco, casi muerto. "Si me sacan todo, quedaré pelona, nadie quiere a las pelonas, ni Diego Rivera quiso a Frida, ni los esposos a los estragos de una quimioterapia".

Chely, déjame cabello, deja mis mentiras ahí, donde todos las vean.

He fumado más que de costumbre. Tuve que hacerle frente a dos muertes seguidas: la de mi abuelo y la de un amor platónico, que no por platónico fue inmortal. Quizá es que trato de matar mis pulmones, así no grito, ni suspirar podría.

Como una broma, mi hermano de mano del destino, dejaron sobre la mesa un libro de cartas entre Jack Kerouac y Allen Ginsberg. Dos locos amando el mundo, amando el único mundo que concibieron honesto, real: el mundo que ellos dos se crearon.

Entre el olor a peróxido y  la plática de dos cuarentonas recién pintadas, mi mente se escabullía, había que no poner atención en aquello que es importante, y pasaba de página en página, buscando algo que no quería encontrar y para no encontrarlo, fue necesario que en un instante, todos los esfuerzos de la maestra Rosita se fueran por la cañería de la estética, y haber desaprendido cómo es posible leer.
De a poquito, las letras fueron entrando y entonces me perdí entre misivas de dos personajes que se odian y aman tanto como yo a mí misma.

"A woman can be proud and stiff (love is physical) / When on love intent, / but love has pitched his mansion / In the place of excrement"


Me detuve, miré al espejo, y con la libertad de encuerar mis ojos frente a un reflejo desatendido por extraños, leí y releí hasta que las palabras de Ginsberg se guardaron en mi cerebro, protegidas por un cabello ahora ya difícil de arrancar.
¿Qué es el amor y cuando llega la entrega?, ¿Qué es la entrega y cuándo se va el amor?
¿Es posible que una subsista sin la otra? y si lo hace, ¿será protegida por los barrotes del recuerdo? Barrotes de oro, jaula preciosa, guardando cagada. Hay más rubíes fuera que adentro, ¿es así?

No puedo dejar de leer, pero tampoco de escuchar las estupideces que dos mujeres doblemente embarazadas tienen que decirle a su estilista sobre asuntos mundanos. ¿Pretenden o así de simple es su vida?. Sé que en el momento en que yo abra la boca, las dos quedarán calladas, pero ese silencio no es el que necesito para leer.
Me grito todo el tiempo, me grito por dentro, y esta vez, los aullidos de mi alma se combinaban con un par de alaridos pre-menopáusicos. El desorden fue insoportable,

"¡Que alguien las calle, que alguien me calle!"
Es por eso que el suicido llama tanto la atención de quien no quiere escucharse. En el fin, el sonido se pierde, sus ondas no pueden rebotar en la nada.
Pero entonces la distracción también es suicidio, o al menos un attempt de este.
Saco otro cigarro de su caja, y en el hueco que va dejando, meto mis reflexiones como si fueran planos dentro de un tubo de arquitectos.

"Tengo calor, ya lávame la cabeza por favor". Y en eso que se me refresca la memoria.
"Dios mío, acaba con mis raíces, dios mío acaba con lo que me enraíza"- La única que escucha es Chely y aplica el colorante. Adiós castaña, adiós realidad.

-"¿Ya vas a querer que te haga toda rubia?" - pregunta Aracely ante mi decisión de años de permanecer bicolor.
-"No, aún no".- Contesto.

De alguna manera tengo miedo, no todo puede ser mentira. No puedo ir mintiendo enteramente. ¿o sí?
¿Será esa la manera de tener una vida sencilla como la de las dos pre menopáusicas? Quizá, si tiño mi cabello, entre tanto químico se me mueran las verdades, las reflexiones, las pendejadas que me hacen fumar más y más a diario, la promesa de una muerte, como un suicidio asistido por Camel Light.

"Dios, me arde el cráneo y no sé si sea por el tinte o por lo ácido de estas verdades que ya no puedo ocultar". La razón del por qué nos duele se puede ocultar, pero por desgracia la razón es sentimiento y en su mismo nombre lleva la condena de sentirlo eternamente. Lo que se siente no se oculta ante uno mismo, porque vive en cada uno de nuestros sentidos, motivado por un cerebro lleno de lóbulos que saben hacer su trabajo: Ven, recuérda, una puñalada por aquí, otra por allá, estás lista para emprender el llanto.

"No me seques el cabello, así estoy bien".
Es inconcebible para un estilista no terminar su trabajo con un buen secado, sería como un vestido sin forro, zapatos sin suela o pantaletas sin la telita de algodón justo donde reposan los labios de una vagina.

Pero así me marcho, así me subo al auto y así me coloco las gafas de sol, Dolce & Gabanna, que mi madre recibió como regalo de mi padre. Y es entonces que ahí, detrás de un artefacto de amor paternal, me voy llorando hasta casa. Me gotea el pelo, me gotean las pestañas y unos ojos hinchados que no encuentran barrera suficientemente negra para volverse ciegos.

Cierro los ojos, se me olvida que sigo conduciendo una máquina que traga gasolina.
Uso sus llantas como piernas y me desplazo hasta el único lugar seguro que conozco: mi habitación. El enclave de mi ser dentro del reino de mis padres.

Adios raíces castañas, ojalá fuera así de sencillo teñir las raíces de un sentimiento. Las mías serían rosas, el color del llanto puede ser cualquiera, menos rosa.
No more roots.

domingo, 22 de abril de 2012

Si me pones el cuerno, que sea de Unicornio.

Si les gusta el cilantro y lo han comido, casi seguramente han tenido una hojita de esta especie atrincherada entre sus dientes. Por lo general, el lugar favorito de esta planta se ubica entre alguno de los colmillos y el diente de al lado.
Qué vergüenza tengo.
Resulta bastante vergonzoso que alguien lo aviste antes que nosotros y no sólo eso, sino que nos informen de la existencia de un destello verdoso en la blanca dentadura. 

"Oye, hazle así que traes un cilantro en el diente". Y así, cerramos el hocico y hacemos las muecas menos discretas tratando de deshacernos de esta maldita planta con la lengua. 
"¿ya?" - "Sí, ya."
Y aunque ya no tengamos al intruso, tratamos de no abrir mucho la boca, de no reír. El otro lo nota, y seguramente piensa que nos vemos muy imbéciles y que deberíamos relajarnos porque ya no traemos nada ahí. Sin embargo la vergüenza nos dura una media hora, y no es que se nos quite, sino es que se nos olvida. Así después continuamos nuestra vida, riéndonos, hablando, mostrando los dientes. 

¿Cuál es la verdadera causa del bochorno, el tener alojado un cilantro en el dentículo o el hecho de que alguien más lo haya visto?
Humildemente pienso que es la segunda opción. Por eso tal vergüenza pueda ser catalogada como Humillación. 

"La humillación es el acto por el cual una persona es avergonzada generalmente en público", dice el diccionario y yo replicaría: creo que para ser humillado tiene que haber una audiencia que constate la vergüenza de uno. Por lo que considero que no es "generalmente" en público, sino forzosamente en público, aunque el público no sea mucho.

Así me siento; así humillada, así con un gran cilantro entre los dientes que no me puedo quitar y no importa cuantas muecas chistosas haga, cómo mi lengua se mueva, de todas formas ahí está ese pedazo verde que viola cualquier brillo en mi sonrisa. 

Tengo la sospecha de que mi pareja se siente atraída hacia otro ser humano que no soy yo. Estoy muy segura, ya no sólo es sospecha. Ya no soy solo yo creyendo que traigo un cilantro entre mis risas, ya me lo hicieron notar. Ya hubo un público que constatara que al comer, no mastiqué bien y que un pedazo de planta se ha quedado en mi boca, posando ante todos, sin inhibición alguna. Ya he sido humillada.

Al principio parecía ser una locura. "Mi amor, creo que traigo un cilantro en el diente, mira" y abría la boca tan grande como podía, mi pediatra de la infancia se hubiera sentido orgulloso de mí, no era necesario utilizar un abate lenguas para que Tani mostrara su campanilla con un gran "aaaaa".

"Estás loca mi amor, no traes nada"; "Pero fulanita me dijo que sí lo vio, sutanito me dijo lo mismo y hasta Pepito, el de los chistes, se mofa de mi sonrisa verde"; "Claro que no, no traes nada, no seas exagerada".

Queridos lectores, si ustedes sienten que traen algo en el diente, es casi seguro que lo traen. Pero si le preguntan al taquero, lo más probable es que les diga que no, que están locos, que sigan tragando y le pongan más verdurita a su taco. 

No me había importado mucho lo que fulanita, sutanito y Pepito me hubieran dicho. No me había importado hasta que esta mañana mi madre, quien estoy segura me ama y quien desea evitarme a toda costa humillaciones y corazón roto, me informó de lo que vio. Lo que vio yo ya lo había visto, pero "estaba loca", no había que hacerme caso. 

Sí, soy una mujer celosa, pero no, nunca había visto cosas así. Nunca me había sentido así, siempre era yo la del cuerno, la del cuerno de unicornio que hacía lo que quisiera, lo que la hiciera feliz. Me la he pasado defendiendo este principio los últimos 15 años de mi vida, pero también me he sentido culpable de haber hecho sentir a otros tan mal, o haberlos humillado ante una audiencia conocida y común para ambos. Creo que en ambos casos, yo siendo el unicornio o yo dejando ver a otro como un toro cornudo, lo que más ha dolido es haberlo hecho delante de otros. 
Estoy casi segura que lo que hace a mi último exnovio no perdonarme, no es el hecho de haberle dado el taco con cilantro, sino que todos le miraron el cilantrazo en la sonrisa. Eso es sumamente vergonzoso, y como ya dije anteriormente, la cura contra la vergüenza es sólo el tiempo, el olvido del episodio. 

"Aguas hija, aguas, que la edad me ha hecho sabia, y lo que yo veo ahí seguramente existe. Aguas hija, no te lo mereces".

Cierto, no me lo merezco, pero tampoco me merezco sufrir haciendo lo que creo que debo hacer: ponerle fin a la situación, antes de que el teatro se llene, antes de que todos puedan ser testigos de mi cilantro.

Me duele el hecho de que el hombre que yo amo mire a otra dama con los ojos que antes me había dedicado; o que el tiempo aire de su celular lo utilice en un número que ni siquiera comienza con los dos dígitos míos. Me duele saber que aquella afirmación de que siempre habrá una mejor que uno sea real, y me duele estarlo presenciando. Pero lo que más me duele es que tenga que venir fulanita, sutanito, Pepito el de los chistes y mi progenitora a "hacerme ver" algo que yo ya he visto y he intentado pasar por alto. 

No sé por qué, pero el temor de quedar como una pendeja es tan grande que creo se ha convertido en una fobia. "vermependejafobia" es el nombre del mal que me aqueja. 

La civilización humana, en su infinita sabiduría, ha creado citas y frases célebres de dominio público y en casi todos los idiomas señalando lo mismo: "Si el río suena, es porque agua lleva". 

A veces uno puede confundirse, a veces uno puede creer que escuchó un caudal de agua rabiosa y en realidad no ser más que una motocicleta avanzando a toda velocidad. Pero si ya dos, tres, cuatro personas escuchan al agua llevar, seguro es porque se trata de un río. Y este río está lleno de aguas negras que no sólo suenan, sino que apestan.

Como el animal social que somos, sólo queremos ser aceptados y que ese carnet de miembro de la sociedad venga acompañado de cupones de amor, que puedan ser canjeables y de por vida. Primero yo sólo quería que alguien me quisiera, luego, sólo quise que él me quisiera... Luego yo sólo lo quise, luego él también me quiso, luego llegó el río.

Sentirse rechazado es horrible, sobretodo por la persona que uno bautiza como "especial", como "novio" o "novia", "esposo" o "esposa", "amigo" o "amante.  Sentirse rechazado es sentir que uno muere poquito, uno muere estando vivo, uno vive su muerte. Lo magnífico de la muerte "real" es que uno está muerto y por ende no puede sentirla, pero si uno muere vivo, chale, es cómo ser enterrado en el ataúd cuando aún se puede seguir respirando... Se siente como poco a poco se va acabando el aire, como el pecho duele, cómo el pecho duele tanto que parece se nos va a reventar. Lo malo es que sí se nos revienta, y sin anestesia.Y así empapados de sangre y sollozos, uno tiene que seguir viviendo, porque el puto corazón no deja de latir aún sabiendo que con cada latido nos mata viviendo.

Así pienso que me van a "poner los cuernos". Tal expresión viene de un cuento del siglo XV donde un pintor recién casado tiene que ir a cerrar algunos negocios con sus cuadros a un país lejano. Para asegurarse que su mujer no le olvide, le dibuja debajo del ombligo un corderito. La mujer sufre por la ausencia de su pintor y esposo, pero conoce a un amigo que le hace compañía. Primero todas las mañanas, después todo el día. Y pasa lo que pasa cuando dos personas conviven demasiado: se quieren, se enamoran o al menos se necesitan y se encueran para mostrarlo. 
El dibujo del cordero se borra y presionada por el pronto regreso de su marido, la mujer le pide a su amante que le dibuje el mismo animal que tenía antes de haber sudado sobre su cuerpo. El amante lo hace, pero en lugar de un cordero dibuja un carnero. 
El esposo vuelve y se da cuenta que el cordero de su mujer ahora tiene cuernos. Le puso los cuernos. 

Así, mi cilantro reposa en mis dientes; mi río lleva aguas negras, y el dibujo de una yegua hermosa ahora se vuelve unicornio. Me cuesta trabajo creer que así pasó, que mi jinete me dibujó unicornio.
Quisiera que no fuera real, estar loca, y como loca, que nadie hubiese visto lo que yo ví.

Soy un unicornio, una yegua con cuerno, un unicornio al que algún otro ahora debe querer. 



lunes, 16 de abril de 2012

¿Tatuajes o Carriolas?

Me quito las botas para subirme al juego de infantes.

Cumplí treinta años. Si hubiesen sido 20, los hubiera escrito con número, no con letra. Pero creo que los treinta merecen que typee más de dos dígitos. Que mis dedo trabajen un poco, como lo ha hecho mi cuerpo entero durante estas tres décadas.

No soy lo que imaginé sería. No me acuerdo si quiera qué imaginé para mi vida en este momento, pero cualquier cosa que hubiera imaginado no se hubiera vuelto realidad. Por qué? Pues porque así es la vida. Te da un golpe justo en el blanco que no estás defendiendo, te llega justo dónde no estás cuidando el ingreso de sorpresas o eventos desprevenidos. Así es la vida, un trozo de papel en el que no se puede escribir presagios sólo eventos pasados.

No estoy casada. No tengo hijos. No tengo casa propia y no estoy dada de alta en la Secretaria de Hacienda. No tengo seguro social ni Fondo de ahorro para el retiro. No tengo un anillo de compromiso en el dedo. No tengo hipotecas ni seguros qué pagar. No tengo deudas en ningún banco y mi historial crediticio es inexistente. No tengo un árbol sembrado ni un libro escrito. No tengo quién cama compartida y los únicos que me esperan lo hacen dormidos y son mis padres. Sí, tengo treinta años y vivo en casa de mis padres. Todo fue porque necesitaba un lugar a dónde llegar y llorar sin secarme las lágrimas e ir a trabajar para pagar renta. Soy una mujer... Eso dicen, las mujeres tenemos treinta y tantos, o al menos treinta. Soy una mujer, no soy niña, no soy adolescente, soy una mujer.

No tengo nada más que historias:
Cuando cumplí un año y medio tuve una hermana, que se volvería mi mejor compañera.
Cuando cumplí 5 años me dio mis primeras puntadas el primer hombre del que me "enamoré", un doctor de un hospital de la cruz roja.
A los  6 un niño obeso me dio mi primer beso en el kinder.
A los 7 Armando, mi compañero de segundo de primaria, fue el primero en romperme el corazón.
A los 8 me dí cuenta que el exceso de gansitos y el ser niña regordeta trae consigo problemas sociales.
A los 9 conocí a una mujer sin mano.
A los 10 descubrí que el "maestro" no siempre es el ser más sabio.
A los 11 tuve miedo por primera vez, a consciencia.
A los 12 decidí darle mi vida, aunque fuera pequeñita, a un muchacho.
A los 13 conocí el desamor, el verdadero desamor, ese que te hace poner canciones tristes y llorar sin importar si los mocos se mezclan con las lágrimas.
A los 14 comprendí por qué existía un seguro en los picaportes de las puertas de una habitación.
A los 15 tuve mi primer amor platónico y lo conocí.
A los 16 fingí por primera vez estar enamorada.
A los 17 me dí cuenta que los países sufren tanto o más que los individuos.
A los 18 me puse una pedota en público.
Y así sucesivamente.
Lloré muchísimo y sobreviví. Las lágrimas no deshidratan.

Tengo muchas historias, como todo aquel ser humano que sigue vivo.
Sólo que yo las escribo, así que tengo muchos cuadernos llenos. Como el que comencé a los 21 años, donde tengo anotado cómo fue dormir en la calle en Paris y comer de todo aquello comestible que me encontraba en la basura.
He hecho muchas cosas, pero muchas de esas cosas creo que fueron un sueño, y como tal, no me las reconozco.

Si alguien llegara y me platicara mi vida como suya, creo que lo admiraría. Porque de verdad, queridos lectores, he hecho muchas cosas que ahora me cuesta trabajo admitir que hice, y no por vergüenza, sino porque no creo que yo haya sido capaz a tan corta edad de hacer.
Nunca aprendí a nadar, pero soy feliz.

Me cuestiono mucho, sobretodo los deberes que no he llevado a cabo teniendo la edad que tengo. Me pesa saberme sanguijuela, saber que sigo en casa de mis padres, saber que no tengo ganas de usar mi pasaporte pronto, porque eso es lo único que uso más que la cabeza.
Aquí me voy a quedar un rato.
Lo único que hago es rayarme. Sí. Recientemente mi padre me ha pedido que deje de hacerlo. No porque a él no le gusten mis tatuajes, sino porque como aquella vez a los 15 años, me dice "la gente no te va a aceptar toda rayada". La gente de por si no me acepta papá....

Qué chingados se debe hacer a tal o cual edad? Quién sabe. Uno solo puede decidir eso, pero al compararse con los contemporáneos, los que elegimos caminos raros siempre terminamos cuestionando nuestras decisiones.
"No pareces de 30", lo dicen quienes no escribirían con letras el número. Y sí, no lo parezco. Pero, ¿qué tal que no lo parezco porque he hecho lo que he querido?, ¿Qué tal si la verdadera fuente de la eterna juventud es hacer lo que uno desea? Quizá por eso me vea joven. Porque dije no de joven y porque dije sí de adulta.
Desde abajo, todo se ve más alto.


Quién sabe. La verdad es que estoy escribiendo patrañas, patrañas de adulta. De una mujer que si de algo está orgullosa de ella misma, es de que nunca he hecho lo que se espera que haga. Por eso me veo joven, porque se espera que luzca de otra manera, pero hasta eso mandé al diablo.

Por eso cuando veo juegos infantiles en algún lado, pues me subo. Al diablo el tamaño recomendado, al diablo el peso sugerido, al diablo el número de hijos insinuados, al diablo el trabajo indicado. Al diablo todo aquello que parezca que es lo que debo hacer. Por eso hago todo aquello que me viene en gana... De todas formas algún día vendrá un pequeño arrepentimiento en el corazón, pero qué mejor manera de aniquilarlo pensando "Pues eso lo decidí yo".
Por eso me veo joven, porque la rebeldía nunca debe morir, ni aún a los treinta.

Siempre se puede llegar a la cima, sólo es cuestión de saber dónde creemos que es lo más alto.


P.D- Esta entrada de blog es una basura.