No me vean |
Inmediatamente giré mi cabeza hacía el jardín. Ahí estaba bugui, mi perrito de 5 años. Pobre Bugui, está solo, sin nadie más de su especie al rededor, sin nadie que le responda sus ladridos, sin una pareja a quien olerle la cola cada vez que ésta esté en celo. Bugui, ante mis ojos, se volvía el protagonista de la frase "solo como un perro". Y no fue hasta que ví mi reflejo en la puerta de cristal que separa la sala de estar y el jardín que me dí cuenta había alguien que se sentía más sola, y no era Bugui... Era yo.
Corrí a mi cuarto, encendí un cigarro y con la mano libre tomé la pluma fuente que me regaló Adolfo en Navidad. Escribí la frase en el cuaderno que guardo para mis cuentos y paradójicamente me dí cuenta que no tenía a alguien con quien contar.
Por eso escribo, porque me callo, y si me callo mucho me da cáncer. Todas mis historias están basadas en hechos reales que no cuento a casi nadie, que en todo caso, muestro o regalo para que lean. Soy un cofre, y no hay precisamente joyas dentro.
Perdí a una amiga, quizá la relación más estable y duradera que yo hubiera tenido con un ser humano que no llevara mi apellido al final de su nombre. Y creo que quizá ella era la única persona que realmente me conocía... Bueno ella y mi terapeuta, pero ella no es mi amiga, ella es mi psicóloga. No me río con ella, ciertamente no criticamos juntas, no me acompaña de compras ni me abraza cuando lloro por algo. Ni siquiera compartimos cigarros juntas. No bebemos juntas, no nos desvelamos juntas, no la consuelo, no le digo que la quiero, no me acuesto con ella en su cama para ver la tele, y evidentemente no le platico lo que ella me dijo a ella misma.
Desde hace meses que esa relación no existe. Y así como uno se siente cuando se termina una relación de noviazgo, eso siento en este caso. Es normal sentirse solo o vacío cuando uno se separa de alguien, es normal recordar solo los buenos momentos, es normal idealizar a la persona, es normal echarse la culpa de la separación, es normal odiarlo tantito, es normal sentirse anormal y es normal sentir que todos aquellos seres humanos que nos ven en la calle (o peor aún, que nos conocen) saben que nos han "dejado" o que hemos terminado con alguien. Creo que todo eso es normal, lo que no sé si sea normal es cómo lo voy viviendo yo.
a veces me asomo poquito. |
Para las personas que hayan leído esta columna con anterioridad, no será sorpresa saber que yo no me siento dentro de la norma, así que la pregunta, aunque retórica, a cerca de la normalidad de mi sentimiento, es estúpida.
A partir de entonces me he puesto a leer muchísimo, una locura. Dos o tres libros por semana, eso jamás me había pasado, no por gusto, tal vez un par de veces antes por deber estudiantil. Quizá porque he querido distraerme, quizá porque mientras leo alguien más es el protagonista de una vida y no tengo que mirar la mía.
Decía Ernest Hemingway "There is no friend as loyal as a book" y justo eso pasó. Los libros no cambian de acuerdo a tu estado de ánimo. Los libros tienen historias escritas, plasmadas, que no cambian.Los libros tienen la maravillosa cualidad de no ser volubles y aún así hacernos reaccionar de maneras distintas. Suave es la noche de Fitzgerald es igual de suave en mi edición del 2010 como lo fue en su primer tiraje en el 1933.
Cuando leo un libro siento que alguno de sus personajes se vuelven mis mejores amigos, que el autor es mi íntimo y que sabe todo de mí, como yo sé todo de sus personajes. En un libro, ninguno de los protagonistas se pueden esconder. Aunque lloren a puerta cerrada, se sabe cuántas lágrimas y cuántos mocos soltaron. Se sabe cómo fue el sexo con tal o cual personaje, se sabe lo que siente por fulano y lo que sutano siento por el primero. No hay escapatoria, en las novelas la vida es transparente. A los personajes se les dota de una sinceridad que jamás fue de su elección. Así el autor se vuelve como un dios que les impone características y futuros definidos. Así los lectores nos volvemos omnipresentes, casi dioses, que pueden verlo todo.
A veces me asomo más que poquito. |
Quizá esa aquello expresa la propiedad de la amistad, quizá por eso siento que ellos y yo somos amigos. Porque somos claros, porque ellos son transparentes y de alguna manera yo lo soy cuando los leo. Quizá es por eso que desde pequeña, mi primer amiga fue la niña de la caja de cerillos de Andersen. Con ella lloré y mostré mis más puros sentimientos de empatia sin sentirme rechazada o al menos, sin miedo a serlo.
A mis casi 30 años estoy rodeada de personas. "Amigos", gente a la que aprecio, pero gente a la que jamás en la vida me le he desnudado (metafóricamente) enfrente. Salvo por este blog, la gente no sabe cómo soy o lo que siento. "Tani, la mujer con máscara desde 1982", diría la introducción a mi ser.
Gracias a las redes sociales y a mis tremendas ganas por publicar mis estados de ánimo reales, la gente se ha dado un poco cuenta de cómo soy o como me siento, pero en la interacción física, los humanos con los que comparto fiesta, alcohol, música y risas fuertes, no saben que casi siempre me está cargando la chingada. La única persona que lo sabía se fue, se esfumó, "qué bonito!" diría Sid, el niño malo de Toy Story.
Tengo un secret heart, y ni mi familia ha llegado a conocerle.
A veces, cuando me pongo a pensar en quién soy, lloro. Bueno eso de aveces fue por hacerla leve. La verdad es que siempre que pienso en quién o qué soy lloro. A veces mucho, a veces poquito, pero siempre hay lágrimas. No sé si son bitter o sweet, pero son lágrimas.
¿Qué soy?, ¿la muchacha de pelo rubio y castaño que ríe y se pone ropa rara?, ¿la niña que no tuvo amigos en la primaria, secundaria y preparatoria?, ¿soy la hija que trató siempre de ser un ejemplo?, ¿soy la mujer que toma una sesión terapéutica cada semana?, ¿soy la mujer que visita al psiquiatra cada 15 o 20 días?, ¿soy la hermana mayor?, ¿soy la mujer del cuarto decorado padre?, ¿soy la novia de Adolfo?, ¿soy la ex de muchos otros?, ¿soy la ex amiga?, ¿soy la mujer que quiere cambiar el país pero que le da hueva todo el trámite?, ¿soy la mujer delgada y temerosa tirada sobre el piso mientras un ladrón puberto me pateaba tratando de quitarme la bolsa?, ¿soy la nieta del "maestro"?, ¿soy la muchacha sin abuelas?, ¿la chica que escribe un diario público?, ¿qué soy?, ¿soy todo eso y qué más?...
triste. |
Hasta las gafas con aumento me quito en público. Si tengo que manejar las uso, pero una vez llegando a mi destino, me las quito y las guardo en la bolsa, no me importa si mis lentes chanel de 450 dólares se rayan. Algo está mal en mí, como para querer esconder tanto. Digo, hasta el pelo me lo pinto. Tantos picos en mis muñecas, tantos anillos en mis dedos, tantas telas colgando de mis hombros y caderas, esas botas que borran cualquier sentido femenino de mis pies... Tantos tacones tratando de hacerme lucir más alta. Tantas frases y tanto nerviosismo por contestar un simple "¿y tú qué haces?" a un extraño. ¿qué soy? Yo no sé y lo peor es que ustedes tampoco, nadie me puede decir.
Creo que por eso no he podido crear vínculos duraderos con más gente, porque no soy sincera, no soy como esos personajes de novela que aunque cierren la puerta para berrear, les podemos oler el sufrimiento. Tampoco muestro felicidad, creo que porque siento que no me la merezco o que no es bueno mostrarla delante de otros, porque a mí me caga que alguien se pasee por la pasarela de la vida con el sombrero que yo no podido comprar (el de la felicidad, que está super in).
Todos nacemos solos, sí. Todos morimos solos, si. Pero y mientras? viviré sola también?
Gracias a la señora ruptura y el crónico malestar que provoca su visita, he pensado mucho a cerca de la lealtad. ¿Qué es la lealtad? Digo, ya busqué su significado en diccionarios y wikipedia, pero qué es? qué la hace vivir? qué la hace desaparecer?
El poeta Alexander Pope decía que en la historia, había más anécdotas de perros siendo leales que de amigos siéndolo. ... No puedo escribir nada después de ésto... Es como si ese Pope conociera mi situación.
Me siento sola, y no es que a veces no lo disfrute, es que desearía no estarlo siempre. Que fuera una condición decidida por mí, no una condición dada ya que todas aquellas personas que conozco no desean que nos acompañemos.
La soledad momentánea es vista como algo bueno, mientras que la que dura largos periodos es vista negativamente, salvo por los monjes. Oh sálvenme monjes.Pero como no soy uno de ellos, si no que formo parte de una sociedad donde la soledad no es bien vista, pues yo soy un ser raro que se refugia en la escritura y en la lectura, para conocer "gente", gente que no existe.
Aristóteles, soy un animal poco social. El zoo politikon (animal social pa los que no sepan) no es tan politikon, pero por eso mismo sufre, o sea que sí es una de mis características, porque sino no sufriría de no serlo.
Me aterra que me vean sin máscara. Me aterra hacer amigos reales, amigos que me vean.
Sólo a través de las letras puedo mostrar quién soy, sólo puedo hacerlo porque no veo las caras de quiénes leen esto.
Sin máscara, al menos por aquí. |